El docente y los alumnos: relacion reciproca impresicindible.-
El aprendizaje no depende ni se desarrolla sólo por la acción de quienes enseñan, por más eficaces que éstos sean. No hay aprendizaje sin deseo y el enseñante no puede desear por sus alumnos pero sí está a su alcance propiciar situaciones y tareas académicas que ofrezcan sentido para ellos, que los desafíen sin paralizarlos.
“No nos podemos contentar con dar de beber a quienes ya tienen sed. También hay que dar sed a quienes no quieren beber.
Hay que provocar en los alumnos el deseo de aprender y de formularse preguntas. Y hacerlo codo con codo, acompañándolos a lo largo de toda la escolaridad y ayudándolos a encontrar tiempos de reflexión y concentración en una época en la que están sobre informados y sobreexcitados.
No hace falta preguntarse qué diremos a los alumnos, sino qué les haremos hacer para que aprendan”. (Merieu, 2007).-
Las consignas de trabajo que los docentes les ofrecen a sus alumnos ocupan un lugar central, no solo por el contenido de la propuesta (relevante, significativa y desafiante) sino porque, al ser explícitas, estar escritas y contemplar actividades con sentido, contribuyen al desarrollo de la autonomía de los estudiantes.
Las consignas que contribuyen al desarrollo de la autonomía:
- son claras y precisas en su formulación
- implican un verdadero desafío cognitivo
- reconocen la diversidad en el aula
- ofrecen al alumno un margen de libertad para tomar decisiones
- son significativas y auténticas.-
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